*Por Giselle Diez, Coordinadora de Administración de IARSE
Michael Porter acuñó el término “Cadena de Valor” en 1985. Este modelo surgió de un análisis económico de la gestión empresarial cuyo objetivo final era mejorar la rentabilidad de las empresas a largo plazo. Rápidamente se convirtió en una importante herramienta para la planificación estratégica, donde se desarrolla una ventaja competitiva, maximizando la creación de valor, a la vez que se minimizan los costos.
Inicialmente se hablaba de cadena de valor como el desglose de las actividades internas de la empresa, pero pronto se extendió a todas las organizaciones que participan del proceso productivo ampliado: proveedores, subcontratistas, distribuidores, clientes, etc. En definitiva, toda aquella organización con la que se tenga una relación de negocio, y por ende, toda aquella organización con la que se genera valor compartido, en sus inicios valor económico.
Pero la evidente interdependencia de la empresa – y su cadena de valor – con la sociedad, llevó al mismo Porter a repensar su modelo, incorporando conceptos de Responsabilidad Social y Sustentabilidad en las decisiones de negocios, siendo esta incorporación “una fuente de oportunidades, innovación y ventaja competitiva” .
Utilizando la terminología del modelo, trabajar activamente en una Gestión Sustentable con nuestra cadena de valor nos llevaría a maximizar la creación de valor compartido -maximizar oportunidades, minimizandoriesgos relacionados a nuestros aliados estratégicos, como por ejemplo la trazabilidad de una materia prima. Esto se debiera ver reflejado en la creación de alianzas con organizaciones que compartan nuestros valores y la forma de hacer las cosas.
Sin dudas, es un caso “ganar-ganar”, que no sólo mejora la competitividad de la empresa, sino que también fortalece a nuestra cadena de valor, mejorando inclusive su propia competitividad, que les puede permitir acceder a nuevos clientes y mercados con mayores exigencias en estos temas.
Pero más importante, es la capacidad multiplicativa de este “ganar-ganar”, que no sólo se traduce en competitividad, sino en generar “Valores en Cadena”. Porque si a mí me va bien, a mi cadena de valor también le va bien; pero también,si yo hago las cosas de una manera – con unos valores determinados, para operar conmigo, mi cadena de valor también va a tener que hacer las cosas alineado a esos valores. No podemos subestimar el poder que se tiene en el marco de la esfera de influencia, y de la oportunidad de influenciar a nuestros grupos de interés en el camino hacia una Gestión Sustentable.
Un ejemplo sencillo de esto, y que a mí personalmente me tocó profundamente, fue que el dueño de una PyME en el norte de Formosa se dé cuenta que no sólo es el líder de una empresa, sino que también es el líder de un grupo de PERSONAS. Un líder que tiene en sus manos la posibilidad de generar un cambio en sus colaboradores. En este caso, los colaboradores son un grupo de personas de bajo nivel educativo, que no terminó la secundaria, y hasta en algunos casos,tampoco la primaria. La devolución de un autodiagnóstico requerido por la empresa eje a sus Distribuidores, hizo que este dueño se dé cuenta que puede alentarlos a educarse y superarse, creando un programa de apoyo a la educación, dándoles el espacio físico y el tiempo para estudiar.
Entonces, que en nuestra cadena de abastecimiento y/o distribución estén correctamente alineados con nuestra visión de RS&S, puedo tener un efecto multiplicador incalculable, que va mucho más allá que los comprobados resultados positivos en la competitividad.En el ejemplo, éste requerimiento de la empresa eje, logro indirectamente modificar las realidades de un grupo de personas al otro lado del país.
En este sentido, hay mucho que se puede hacer. Podemos avanzar con iniciativas profesionalizadas,que van desde capacitación y acompañamiento en estos temas para Proveedores, Distribuidores o Representantes, Códigos de Conducta, etc., hasta manuales de Buenas Prácticas, Guías y Manuales de RS&S, Sistemas de Evaluación y Monitoreo en RS&S, entre otros.
Pero también, iniciativas más sencillas pueden contribuir considerablemente, como simplemente compartir con nuestra cadena de valor nuestra misión, visión y valores, o comunicarles y transferirles algunas de nuestras buenas prácticas. Apoyándonos en nuestra imaginación y sentido común, podemos generar un gran efecto multiplicador, sin importar el presupuesto.
¡Aprovechemos la oportunidad que tenemos de crear “Valores en Cadena”, y sigamos apostando a la Creación de Valor Compartido!
[1] Estrategia y sociedad, Michael E. Porter y Mark R. KramerHarvard Business School Publishing Corporation (Diciembre 2006)