*Por Luis Ulla – Director del IARSE – Instituto Argentino de Responsabilidad Social y Sustentabilidad
Sabemos que sustentable es un adjetivo calificativo. Algo que se agrega al sustantivo para crear en él una diferencia, algo que lo destaque. Así, un adjetivo, a la par que acentúa una faceta del sustantivo, hace que pongamos la mirada en un modo de ser especial del sujeto. Luego viene lo de calificativo, y ahí la cosa se pone mucho más interesante; porque implica un cierto juicio, un modo de examen, una apreciación de valor, algo que redunda en una conceptuación. Aquí juega el discernimiento, que es la capacidad de distinguir, mensurar y comprender una determinada realidad.
¿Porqué todo este introito, si en realidad según el titulo, de lo que teníamos que hablar era de empresas sustentables? Es que la relación de necesidad que existe entre lo que veo y lo que puedo valorar y distinguir, está dada por la capacidad que dispongo para poder hacerlo. Dicho en un lenguaje más sencillo: ¿cómo me doy cuenta de que una empresa es sustentable o no lo es? Y aquí entran en juego muchas cosas. La primera, es el grado de conocimiento y formación que se posee acerca de lo que es en sí mismo la sustentabilidad. Mientras más conozco del tema, mi capacidad de análisis se fortalece, y se torna más exigente; y de ese modo puede traspasar las barreras de plástico del “show off” y del marketing de mala calidad, generalmente infectado de un cortoplacismo altamente peligroso.
La segunda -muy ligada a la primera- es la creciente posibilidad de comparar a unas empresas con otras. No me quedo con la foto instantánea, si no que trato de ver la película proyectada en el tiempo; así podré apreciar cuánto de cierto y de duradero tiene la característica de sustentable que la empresa me comunicó. Si se destiñe al primer lavado, no era el original. Si se agota, se encoje, se angosta o se resiente con los primeros destellos de una crisis, habrá que pensar en qué componentes formaban esa forma de ser y hacer sustentabilidad. Aclaro que no nos estamos refiriendo a la inversión en presencia pública, ni a los espacios publicidad,ni al esponsoreo de eventos, que por otra ayudan a comunicar y hacer visible un compromiso con el tema. Nos estamos refiriendo al mantenimiento y sostén de los criterios con los que se toman las decisiones cotidianas en la empresa; a la convicción con que se capacita a su gente, a la permanente búsqueda de saber dónde está parada la empresa de cara a los desafíos que se le presentan detrás de cada expectativa legítima que llega a su puerta. La sustentabilidad dentro de una organización es como el cerebro humano, una vez que se abrió ya no se puede volver a cerrar. Una empresa sustentable es aquella que hace que sus avances en el tema tengan el famoso “efecto de piñón”: cuando avanzan -aunque sea un diente- ya no vuelven para atrás.
Las crisis operan como los antiguos crisoles, levantan tanta temperatura interna dentro de las organizaciones, que permiten que se pueda separar fácilmente la sustancia valiosa de la escoria y otras impurezas. Por eso, una empresa sustentable es la que una vez que ha subido uno o más escalones éticos, no los desciende por nada del mundo; y encuentra la manera de mantenerse integra, y sujeta a los valores que la guían. Una empresa sustentable es aquella que, habiendo descubierto su rol en el cuidado de las personas, de sus clientes, de las comunidades y de la sociedad, no descansará hasta encontrar la manera de seguir haciendo lo mejor, aún dentro de condiciones de mercado fluctuantes sobre las que puede tener poco o nulo control. Una empresa sustentable es la que una vez que se descubrió como actor relevante de cara al cuidado del planeta, sabe y asume que no hay vuelta atrás; porque ese compromiso con las generaciones futuras, ya se lo están demandando las actuales.
Una empresa sustentable es la organización que se ha hecho consiente de su rol y su valor en la economía. No desengancha los vagones de la rentabilidad de los vagones del empleo digno, de la inversión, de la calidad con la que satisface necesidades, de la dinamización de las comunidades, del crecimiento y la inclusión económica. Finalmente, una empresa sustentable es la que encuentra respuestas creativas para sostener su compromiso con las instituciones que hacen al progreso y al equilibrio de las sociedades; contribuyendo a la vigencia de la democracia participativa y a la posibilidad del ejercicio pleno de una libertad responsable.