* Por Julieta Ramírez, Directora de Comunicación y Eventos del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE).
Transcurrida una semana desde la Marcha por el Día Internacional de la Mujer #8M, que en Argentina congregó a más de 800000 personas; y ante un contexto mundial movilizado por el reclamo de igualdad política, económica y social entre hombres y mujeres; resulta indiscutible señalar que el consenso sobre la necesidad de alcanzar la igualdad de género se encuentra más firme que nunca.
El empoderamiento de las mujeres debiera ser uno de los principales objetivos que se persigan desde todos los sectores; ya sean Estatales, Empresariales o de la Sociedad Civil. Sin embargo, es imprescindible cuestionarse: ¿Hasta dónde hemos llegado en el esfuerzo por transformar este consenso en resultados tangibles para las mujeres y las niñas? ¿Qué se necesita para disminuir la brecha entre la retórica y la realidad?
La igualdad de género es un derecho. La realización de este derecho es la mejor oportunidad que existe para afrontar algunos de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo, desde la crisis económica y la falta de atención sanitaria hasta el cambio climático, la violencia contra las mujeres y la escalada de conflictos sociales.
La discriminación de género, que sigue dificultando a las mujeres, es también un obstáculo para nuestro mundo. Las desigualdades impactan en todas y cada una de las dimensiones del desarrollo sostenible.
Si bien actualmente hay un pico histórico de acceso a la educación por parte de las mujeres, éstas siguen luchando por encontrar un trabajo digno o acceder a condiciones laborales equitativas. Según datos de Naciones Unidas, la diferencia salarial de género permanece en un 23% a nivel mundial y, si no se toman medidas firmes, pasarán otros 68 años antes lograr la igualdad en este rubro.
Siguiendo las conclusiones que plantea el Informe de ONU Mujeres “Hacer las promesas realidad: La Igualdad de Género en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, la tasa de actividad de las mujeres es del 63%, mientras que la de los hombres es del 94% – básicamente, a escala mundial tres de cada cuatro hombres en edad de trabajar forman parte de la población activa, mientras sólo el 50% de las mujeres lo hace -. Esto tiene a su vez un impacto directo sobre el desarrollo económico: A nivel mundial hay 122 mujeres de entre 25 y 34 años viviendo en condiciones de pobreza extrema por cada 100 hombres del mismo rango de edad.
Por otra parte, este Informe refleja que las mujeres continúan dedicando 2,6 veces más tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres. Si se combina el trabajo remunerado y el no remunerado, entonces, en casi todos los países las mujeres trabajan más horas al día que los hombres.
Las estadísticas para Argentina no son diferentes. Según un estudio sobre diversidad de género realizado por Adecco Argentina en 2017, casi la mitad de los argentinos sufrió o fue testigo de algún acto discriminatorio hacia mujeres.
Un 23% respondió que no consideran que haya igualdad laboral y los motivos más relevantes seleccionados por los encuestados son los siguientes: el 42% afirmó que es por el mito de que las mujeres están menos calificadas que los hombres para realizar un trabajo, otro 33% cree que la opinión de las mujeres es menos valorada y el 32% plantea el tema de la maternidad y la dificultad para conciliar la vida familiar y laboral.
En este ámbito, una reciente investigación del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21 afirmó que al 18.6% de las mujeres “siempre o casi siempre” no les queda tiempo para realizar sus hobbies, mientras que en los hombres esta cifra es un 4.2% inferior. Además, el 13.8% de las mujeres señala que “siempre o casi siempre” le resulta difícil concentrarse en su trabajo por estar preocupadas en asuntos domésticos, mientras que este porcentaje en los hombres no alcanza el 10%.
Ante este panorama – y dado que la mujer representa más del 40% de la fuerza laboral – ¿Qué pueden hacer las empresas y organizaciones para respetar y promover la igualdad de género?
Numerosas experiencias demuestran que cuando las compañías asumen el compromiso de trabajar para reducir las brechas de género y promover la diversidad dentro de las organizaciones, consiguen tener un mayor entendimiento de los mercados, así como también mejores resultados en términos de clima laboral, sentido de pertenencia, motivación y satisfacción de los colaboradores y colaboradoras.
Son muchas las maneras de contribuir; teniendo en cuenta la capacidad de innovación, experiencia e inversión del sector privado. Es fundamental que las empresas asuman su responsabilidad en el desarrollo de aptitudes – apoyando la educación de niñas y adolescentes – y reteniendo el talento femenino, a partir del desarrollo de entornos de trabajo flexibles que permitan conciliar la vida familiar con el desarrollo laboral.
Basándose en un estudio de opinión y en su experiencia en el mercado laboral, ManpowerGroup identificó siete pasos prácticos para que los líderes puedan impulsar la inclusión consciente y consolidar una “Cultura de Equidad de Género” dentro de las organizaciones:
Por otra parte, los Indicadores ETHOS – IARSE para Negocios Sustentables y Responsables – disponibles en forma gratuita en www.iarse.org/indicadores – configuran una excelente herramienta para que las empresas puedan realizar un auto diagnóstico en torno a su trabajo sobre la equidad de género. El documento presenta diferentes variables que permiten determinar si la empresa cuenta con criterios para monitorear la diversidad de su personal y las posibles desigualdades que se generen; indagando también sobre la existencia de metas para reducir las diferencias de proporción entre cargos gerenciales o ejecutivos ocupados por mujeres y por hombres.
Estos son algunos ejemplos que sirven para graficar una indiscutible realidad: Las empresas pueden potenciar su contribución al Desarrollo Sostenible si colocan a las mujeres al centro sus esfuerzos de sostenibilidad corporativa.
El acceso de las mujeres a empleos decentes y en condiciones de igualdad no solo mejorará su poder de acción; sino que a largo plazo permitirá avanzar en el progreso de las economías y las sociedades en su conjunto creando un futuro más justo. Invertir en las mujeres, en su formación y empoderamiento, y en la igualdad de oportunidades, se traslada en beneficios para todos: Familias y Comunidades más saludables, y un Planeta más sostenible.