Por Lilen Reta – Directora de RRII y Comunicación de IARSE
Subirnos al colectivo de la Sustentabilidad trae múltiples beneficios. Los equipos de trabajo tienen que estar a la altura de las circunstancias para que los resultados sean los esperados. ¿Qué hace una organización qué recién empieza este recorrido para no quedarse atrás?
Cuando hablamos de sustentabilidad y responsabilidad social, hace tiempo que dejamos de pensar en una sola área o persona; la incorporación a la agenda de los directorios de los temas de ESG o ASG (Ambiental, Social y Gobernanza) hizo que, cada vez más, el tema se tenga que abordar desde una lógica transversal a toda la organización. Para algunas empresas u organizaciones “más grandes” que cuentan con lineamientos multinacionales o que están alineadas a estándares internacionales, la gestión puede tener mayor camino recorrido y objetivos más claros; pero ¿qué pasa con las pymes o con las empresas “más chicas” que recién están comenzando? ¿Qué pueden hacer para no quedarse atrás y comprender como abordar esta forma de gestión de manera más profesionalizada y exitosa?
Desde IARSE creemos que capacitar y formar profesionales para las áreas de Sustentabilidad y Responsabilidad Social -o para quienes tienen desafíos asociados con el desempeño del rol y el liderazgo de la gestión- es un paso clave y esencial para avanzar en el camino de la formalización y el compromiso con la creación de valor compartido, no solo para la organización, sino también para todos los grupos de interés con los que ésta se relaciona. Si se comprende la importancia de la temática y se decide avanzar con el desarrollo de estrategias y programas Sustentables, es necesario que los equipos de trabajo estén capacitados para abordar esta forma de gestión con las competencias y herramientas adecuadas. Es preciso entender que este tipo de participación e involucramiento tiene que ver con una manera de hacer las cosas con mayor compromiso, de modo que sea posible gestionar y potenciar la generación de valor ético-cultural, ambiental, económico y social.
Si la sustentabilidad queda solamente relacionada con la función de un área específica o con el mero ejercicio de hacer un reporte para dar cumplimiento a las exigencias de algunos públicos específicos, la posibilidad de abordarlo estratégicamente y desde la comprensión de un modo de ser y de hacer las cosas, se va a ver limitada. Por el contrario, si entendemos que la sustentabilidad es un desafío transversal que debería orientar ese modo de ser y hacer las cosas, basados en un modelo de gestión de Responsabilidad Social, el o los referentes a cargo del tema se podrán convertir en facilitadores de una estrategia y líderes para el empoderamiento de los equipos de trabajo. De esta manera no solo potenciaran sus conocimientos, sino también el uso de herramientas, la integración de iniciativas coherentes y una comunicación más eficiente y efectiva en pos del alcance de los objetivos y metas propuestas.
Cuando una organización funciona y crece en base a este enfoque de gestión, fortalece también la confianza con la que desarrolla sus actividades y con la que toma decisiones, considerando riesgos, pero también oportunidades asociadas a sus procesos y públicos de interés. Esta lógica permite analizar estratégicamente, sostener, reforzar e implementar iniciativas y buenas prácticas, demostrando la creación de valor compartido y una contribución genuina al Desarrollo Sustentable.
Incluso podemos hablar del valor de los equipos de sustentabilidad, que no solo ayudan a la organización -liderando y desempeñándose como facilitadores con todos los niveles y áreas- a llevar adelante negocios responsables, inclusivos y mejores (en todo sentido), sino que también son “embajadores” de una temática especial, que genera una especie de empatía con los objetivos y desafíos de realización personal de cada persona involucrada, tanto en los equipos a cargo del tema, como de toda la organización. Sin dudas, se trata de una temática que funciona en la organización como un espejo, en el que ojalá podamos vernos reflejados, sintiendo orgullo de hacer lo que hacemos y de cómo lo hacemos.
Por esto mismo, podríamos decir que los pasos recomendados en el camino de la gestión sustentable de las organizaciones, son: primero capacitarse, después medirse -con un autodiagnóstico- y por último planificar para armar planes de trabajo. Lo demás, es parte del camino y del crecimiento.
El análisis particular que cada organización haga puertas adentro, depende del contexto y del propósito de cada una. Pero aprovechar la oportunidad de formarse y capacitarse, debería ser una práctica que no se tiene que perder. Ponernos metas y lograr objetivos, es correcto. Capacitarnos, estar preparados y encontrar pasión en nuestro trabajo, es un plus. El éxito de la sustentabilidad siempre va a depender de las personas.