* Por Lic. Luis Ulla, Director de I+D del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE).
Una gestión socialmente responsable está siempre basada en la ética. Decimos que ésta puede definirse básicamente como la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Para poder desarrollar esta capacidad, necesito “poder conectarme con el otro”; tanto en mi rol de persona, como de miembro de una empresa, cuanto en mi rol de ciudadano. Esta capacidad de ponerse en el lugar del otro, es lo que conocemos como empatía. La empatía es una virtud, que pueden desarrollar tanto las personas como las organizaciones compuestas por ellas, siempre que aspiren a ser socialmente responsables. A mayor capacidad de desarrollo de la empatía, mas aumentan las posibilidades de entender al otro, comprender sus perspectivas y entender sus reacciones.
En definitiva, la capacidad de conectarme con el otro está directamente relacionada con la cantidad, el tamaño y la capacidad de los puentes que soy capaz de construir. Esto es lo que hace una gestión consciente y socialmente responsable de cualquier tipo de organización. Si nuestra capacidad de crear entornos sustentables está ligada a la virtud de creación de puentes con los muchos otros con los que me relaciono; imaginemos cómo serían nuestras empresas, nuestras administraciones públicas, en definitiva, cómo sería nuestra convivencia como ciudadanos.
Lo decía el Apóstol Pablo: “No olvidemos que el órgano de la redención es el oído”. Si es así -aún a riesgo de cometer un error- podríamos afirmar que: “Los órganos de la sustentabilidad son el corazón, la mente y el oído. Con el corazón puedo crear puentes para conectar sentimientos, con la mente puedo crear puentes para conectar racionalidades distintas, y con el oído puedo saber dónde y cómo está exactamente en otro”.
Asumiendo estas perspectivas, pensemos en una empresa con una elevada capacidad de ponerse en el lugar del otro (empatía): Esta podría comprender de la mejor manera qué es lo que realmente sienten sus empleados, qué es lo que le demandan finalmente sus clientes, cuál es la mejor relación ganar-ganar que puede crear con sus proveedores. Pero también, esta habilidad le podría ayudar a comprender mejor cuál es la relación más valiosa que puede generar para el cuidado del ambiente, cuáles son las expectativas que pesan sobre ella y qué esperan legítimamente de ella sus vecinos más cercanos; a la par que atenderían con mayor precisión a las expectativas de sus accionistas e inversores. Sin lugar a dudas, está sería una empresa altamente innovadora. Sería una organización capaz de crear, sostener y ensanchar puentes de manera permanente todo el tiempo. Tal vez aquí pueda encontrarse el núcleo duro de su competitividad.
La calidad de una gestión responsable orientada a la sustentabilidad está entonces directamente relacionada con la capacidad de diálogo que la empresa puede crear y sostener con todos los públicos estratégicos con los que interactúa cotidianamente. A mayor capacidad de comprender al otro, mayor capacidad de responder adecuadamente al otro. Cada vez que se genera un diálogo auténtico estoy creando y consolidando un nuevo puente con el otro.
Los puentes deben ser caminos de ida y vuelta. Recordemos que dialogo significa dos logos, dos palabras, dos experiencias, dos sentimientos, dos perspectivas, dos razones, dos historias, dos expectativas… Y múltiples posibilidades.